Hoy llovía cuando me he levantado. No sé
por qué extraña razón pero siento un mimetismo total con el tiempo atmosférico.
Por suerte para mí, de momento, no vivo en un área geográfica donde el 90% del
año llueva o esté nublado. Necesito el sol tanto como “Wall-e”, ese entrañable personaje de la película de Disney/Pixar,
qué recargaba su energía exponiendo sus paneles fotovoltaicos a la luz solar y
¡ya está! ¡A continuar trabajando todo el día!
La primera media hora de la película es
muda, hecho que ya pone en riesgo la pérdida de un buen porcentaje de
audiencia, pero, a veces, los silencios,
dicen mucho más que mil palabras. Este pequeño robot es todo un modelo de
trabajo, inquietud, perseverancia, logro, esperanza y felicidad. No sabe que desde su pequeño rincón en el
mundo, desde su pequeña parcela, puede conseguir grandes cambios. No hace mucho, una persona me
animaba con una afirmación parecida, granito
a granito se construye una montaña, bonito mensaje.
Wall-e, mi
héroe de ficción, ayudará al mundo con dos grandes razones: el sol y el poder
de su sonrisa. Yo creo en la
influencia de ambas cosas. Entro en una oficina o establecimiento y lo primero
que encuentro al llegar es una sonrisa sincera ¿qué siento y pienso? Lo
más normal es, que por imitación tú sonrías también y, sin saberlo, sientas que
ya de entrada, hay una predisposición de esa persona a atenderte, ayudarte y
escucharte. Te sientes comprendida. Pero ¿y
si es al contrario? ¿Y encima está lloviendo? ¡Uf! Se te hace cuesta arriba
preguntar, comprender y pensar que estás siendo entendida. Y sin embargo ¿qué nos cuesta una sonrisa? Wall-e se
pasa toda la película tratando de hacer sonreír a los demás y lo consigue con
su actitud. "Al mal tiempo buena
cara" explicaría bastante esta teoría mía, me hace pensar que no
seremos los últimos en seguir transmitiendo esta enseñanza popular, que denota
que antes que nosotros ya han sonreído muchos antes las adversidades.
La sonrisa
crea una confianza mutua: yo te entiendo, tú me entiendes. No quiero la respuesta correcta, quiero tu
apoyo, de modo que te levantarás de la mesa pensando que has sido
escuchada, algo bastante necesario hoy en día. Con una sonrisa, además, estoy segura de que se consiguen muchas más
cosas y dejamos una impresión a la persona mucho más positiva que con una
actitud contraria. ¿De quién me voy a acordar antes? ¿De esa simpática y
agradable persona que sonríe cuando me ve? ¿O de aquella otra a la que no he
visto sonreír jamás? Bueno, si me acuerdo de ella es por lo contrario. La actitud de nuestro personaje en la
película es admirable, no se rinde ante las dificultades, encuentra la
colaboración para llegar a su objetivo y es el primero en entregarlo todo para
conseguirlo, dando ejemplo a los demás de lo que es liderazgo.
El Sol es
energía y ésta la necesitamos para seguir adelante, ahora más que nunca. Llevemos el sol por dentro, pero si
¡sale el sol!, sal a la calle, deja que te llene de luz, de claridad, de nuevas
ganas de hacer, de optimismo y ¡vuelta a empezar! Ahora entiendo por qué en los
países del norte de Europa, cuando luce el sol, las plazas y parques se llenan
de personas tumbadas en busca del rayito mágico que les de vida.
De modo que, hoy, aunque llueva, voy a
dibujar una sonrisa en mi cara, voy a volver a sentarme delante del ordenador,
voy a volver a darle vueltas a esa idea de empresa, voy a volver a retomar el
curso que dejé, voy a llamar a una amiga, para que cuando el sol brille pueda
compartir con ella todos mis nuevos proyectos, porque es verdad, granito a granito se construye una montaña y
en esto de emprender y buscar empleo, todo resulta más fácil si mientras lo
hacemos sonreímos con el sol a la espalda.
@mariaj_munoz | Publicado en la Ruta del Empleo el 20 de Marzo de 2013
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